miércoles, 5 de agosto de 2009

Las islas: Lán Yǔ y Lǜ Dǎo

El destino del primer fin de semana de agosto no será Robleda de Sanabria como acostumbra, sino las islas orientales de Taiwan: la isla de las orquideas (Lanyu) y la isla verde (Ludao).
El jueves a las 12 de la noche cogemos un tren que nos lleva a Taitung desde donde cogeremos el barco a las 6:30 con destino a Lanyu.
El barco tarda más de tres horas en llegar hasta la isla y el viaje no es apto para estomagos delicados. Aún así la parte final se ve amenizada por la presencia de peces voladores y delfines.
La isla es un paraiso terrenal. Tupidas montañas y agreste costa -¿alguien ha visto Lost?. Está habitada por población aborigen, los Yami, que fueron los únicos pobladores de la isla hasta el siglo XX. La gente mayor no habla mandarín (no creo que eso sea un problema) sino un idioma propio emparentado con el Tagalo. La isla está comunicada con Taiwan mediante un minusculo aeropuerto y un barco diario (si el tiempo lo permite)
La fauna de la isla se compone de cabras (resulta curioso encontrar una cabra en el lugar donde uno esperaría ver una gaviota), cerdos salvajes, pequeños geckos, ranas, multitud de insectos y una especie endémica de buho que no veremos por ningún lado.
La gastronomía se basa principalmente en pescado (el pez volador parece la estrella de los pucheros), carne de jabali, de cabra y algas (que a la plancha y con ajito están deliciosas)

Llegamos a la isla y tras probar el pez volador en la comida alquilamos unas scooters para poder movernos por la isla en un pequeño negocio junto al puerto.
Los rasgos de la gente son más duros que los de los taiwaneses, lo que hace que a primera vista parezcan enfadados. Siendo educado (pedir permiso antes de hacer una foto) resulta fácil arrancarles una sonrisa y como iremos descubriendo son muy hospitalarios.
Compro unos moluscos a una señora que me indica con gestos que estan deliciosos. Con un cuchillo que asustaría al propio Maquinavaja me ayuda a sacar el bicho de su escondite.
En la isla no hay cajeros automáticos y algunos andamos justos de dinero. De cualquier modo pensamos que entre todos no tendremos problemas. Ilusos.

En la isla hay un par de hostales pero buscamos alojamiento en uno de los pueblos en alguna casa privada.Por fortuna encontramos a un chico taiwanes que habla perfectamente alemán y nos ayuda haciendonos de interprete. Una habitación con 5 colchones en el suelo, pero bastante acogedora.
En poco más de una hora se rodea la isla. Por el camino, como niños pequeños, exploramos pequeños senderos y grutas escavadas caprichosamente por el viento y el mar.
Para cenar vamos a un pueblo a poco mas de 10 minutos de donde dormimos, preguntamos a una mujer que nos lleva al local que tiene y nos da de cenar estupendamente, invitandonos además a probar una fruta parecida a los lichis, con menos carne y más sabrosos.
Al día siguiente madrugamos e iniciamos una ruta de algo más de dos horas que nos conduce atraves de las montañas hasta un lago que se forma con las lluvias. El camino cominenza sencillo, pero pronto aumenta la pendiente con una fuerte pendiente y nos vemos descendiendo paredes con la ayuda de lianas en medio del calor de la vegetación selvática.



Al día siguiente debemos coger el barco para ir a la siguiente isla, Green island, pero tras dos días soleados un tifón pasa cerca y no sale ningún barco. Nos informan de que el temporal puede durar varios días y estamos sin blanca...con el dinero que tenemos podemos pasar un día sin problemas pero si hay que estar más tiempo la cosa no pinta muy bien.
En la otra isla tenemos reservado un hostal junto a un paquete que incluye snorkeling en el arrecife de coral y la visita a unos baños termales. El pavo con el que lo hemos contratado nos dice que no nos puede devolver la pasta, pero puede enviarnos 3000 NTDs mediante un amigo suyo en la isla. Para ello debemos ir a un pequeño restaurante cerca del aeropuerto y decir la palabra clave: Jacks. Así que ahí estaba yo como la jamona del anuncio, entrando en el local donde una familia come tranquilamente y diciendo: busco a Jacks.
En la tiendecita del puerto nos dejan quedarnos a dormir, hay suelo para sobar, baños y por poco dinero podemos comprar platos de pasta instantanea a la que basta añadir agua caliente. Pasamos allí la tarde, conversando con los pescadores (filipinos e indonesios) de un pequeño barco que han tenido que dejar de faenar y se han visto obligados a atracar en la isla.
No hace frío pero llueve con ganas, al salir es mejor hacerlo descalzo y en bañador pues la riada de agua que baja no permite andar con sandalias. Si hay suerte en breve empezaran a crecer champiñones entre los dedos de mis pies ayudando a solventar el problema de la alimentación.
Al levantarnos vemos que el barco de pescadores ha zarpado lo cual parece indicar buenas noticias.

A las 3:30 sale el barco que va directamente a Taitung y no para en Green Island. Da algo de pena dejar un lugar tan maravilloso y auténtico.
Hacemos noche en Taitung, no sin antes sacar dinero. Decidimos extender un día más la estancia para ver Green Island (alojamiento y actividades ya estaban pagadas). Tras negociar con la compañia, policia marítima mediante, conseguimos que nos den un billete a Green island de ida y vuelta por no haber parado en la isla.
Green island es más pequeña que Lanyu. La isla se utilizó como carcel para disidentes políticos, o como dice el cartel de la entrada de la prisión, campo de reeducación (los políticos y en especial los dictadores tienen un sentido del humor a la hora de elegir eufemismos...). La isla es muy bonita pero muy turística y carece del encanto de Lanyu.
Aprovechamos el sol reinante para hacer snorkeling. Nos vestimos con traje y zapatos de neopreno que a juzgar por la forma en que los lavan resultan un invernadero para champiñones de pies (ya no hay problemas económicos por lo que no me seduce la idea). La isla esta rodeada por un arrecife de coral. Conducimos a una entrada y nos llevan a todos agarrados a un flotador. Bajo el agua un universo nuevo se abre ante mis ojos. Cientos de peces tropicales reunene increibles combinaciones de miles de colores; no puedo cerrar la boca. El guia entiende que podemos nadar, algo que no es costubre entre los taiwaneses y dejamos los flotadores, nos quitamos los salvavidas y con las aletas nos sumergimos lo que los pulmones nos permite. Genial.

Lo único destacable, por lo demás, en la isla, tras haber estado en Lanyu, son unos baños termales marinos que hay. El agua del mar se filtra al interior de la tierra y vuelve a temperaturas entre 30 y 80 grados. Varias piscinas naturales y otras artificiales con estas aguas constituyen una de las tres únicas hot springs con agua salada del mundo. Disfrutamos de ellas de noche, acompañados por las estrellas.

El miercoles por la mañana regresamos finalmente a Taipei. Al darme una ducha y poder ponerme después una camiseta limpia siento que me estoy desprendiendo de una parte de mi...
Me espera una larga noche preparando la última de las presentaciones que he de hacer en la universidad.

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