jueves, 30 de julio de 2009

Bangkok I

El jueves por la noche salimos con dirección a Bangkok. Martín está allí con Barbara y Marian, Luis y yo vamos un día después. El primer percance se produce en el aeropuerto. Por un error con la tarjeta de crédito no ha hecho efectiva la reserva de Luis al que no permiten volar. Por si acaso, nadie coge el teléfono en TERMINALA para que al menos podamos cagarnos en alguien. Ya sabemos que ésto no soluciona problemas pero ayuda a relajar los nervios.

Tras poco más de tres horas llegamos al aeropuerto de Bangkok. Es la segunda vez que estoy aquí pero está vez para hacer parada. Cambiamos dinero. Un bath (la moneda local) es aproximadamente un NTD, así que las cuentas se simplifican.

Nos han advertido de la cantidad de taxistas clandestinos, pero al salir del auropuerto una señal indica donde se cogen los taxis públicos. Nos dan un ticket con la dirección y uno de los taxistas que espera en la cola nos recoge y nos acompaña a su vehiculo (muy organizados si señor. La de trapicheos y pollos que se podían haber evitado en Barajas con este sistema. Que se lo pregunten a algún taxita y a muchos usuarios).

Nos dirigimos por algo que parece la B-30 al hostal que hemos reservado. En uno de los peajes el taxista me mira y extiende su mano hacia mi. Entiendo que quiere que le de pasta para pagar el peaje.

Llegamos a la calle en cuestión pero no encontramos el hostal. Un lady-boy impresionante de casi 1,90 nos indica en perfecto inglés donde está el hostal. La callecita por la que nos metemos las once y media de la noche y que da acceso a nuestro destino era para verla. Si yo fuera un señor malo esperando un turista me colcaría aquí sin dudarlo. Con que al salir de aquí conserve los calzoncillos me conformo, pienso.

El hostal está localizado en Banglaphur, a un kilometro al norte de las principales áreas turísticas, al margen del río Chao Phraya (ignoro si alguna de estas dos palabras significa ya río), sobre el que tiene unas vistas privilegiadas. Está compuesto por pequeñas cabañitas de bambú, con un “baño” sin intimidas con una cortina que no cubre la puerta y una cama tan enorme como dura cubierta por una mosquitera. No hay cadena de la que tirar así que un cubo con agua y la ducha sustituyen está funcionalidad. El sitio es barato (10€ por noche la doble) y tiene su encanto.

La primera impresión de la ciudad es que, al menos los barrios, son similares a los de Taiwan (con los carteles en tailandes en vez de en Chino claro está), si bien notablemente más humildes. Soportales donde la gente vive y donde montan tiendas o casas de comida y multitud de puestos callejeros. Tampoco falta el 7 eleven de turno en cada esquina.

Vamos a cenar a una de esas casas de comida. La comida, conocida por todo el mundo, es deliciosa (para cualquiera al que le guste el curry, el coco y los cacahuetes, aunque hay multitud de platos que no tienen ninguno de estos elementos) y algunos platos más picantes de lo que estoy acostumbrado (mi hermano alcanzaría el éxtasis culinario).

Al lado del hostal hay un ring de entrenamiento de boxeo tailandes (sin ninguna duda el deporte nacional por excelencia) bajo una lona al aire libre. Al salir a pasear por la mañana en busca de un café, un hombre duerme en él bajo una mosquitera.

Nuestro primer destino Wat Phra Kaew dentro de los terrenos del palacio real. El Wat Phra Kaew es un templo budista (el 95% de la población tailandesa es budista), el más importante en toda Tailandia. En su interior está el Buda Esmeralda, una pequeña talla que en realidad está hecha de Jade y que es el principal icono religioso de esta gente.

A la entrada del recinto contratamos a un guía para que nos cuente la historía y batallas del sitio, merece la pena en estos casos. El guia consigue dos camisas hawainas horribles para que las niñas se tapen los hombros y hacemos un recorrido por el templo y el palacio de poco más de una hora.

No tiene absolutamente que ver con los templos taiwaneses. Diversos edificios componen el recinto en el que destacan los chedis o pagodas, cubiertas de oro; los fantasticos demonios que cuidan el templo de los malos espiritus y otros seres mitológicos y cuenta con una reproducción del templo de Ankor en Camboya. El rey de turno quiso traerselo hasta aquí piedra por piedra pero luego vió que no le cabía y mandó hacer una copia en pequeñito. Visualmente el lugar es impresionante, lleno de dorados, reflejos y colores.

A la entrada del edificio que alberga al Buda Esmeralda la gente humedece una flor de loto y pide su deseo frente al Buda.

El buda cambia de traje en cada una de las estaciones (verano, lluviosa e invierno) y es el propio rey el que viene a hacerlo.

En cualquier templo, al sentarse, los pies nunca deben apuntar al buda.

Los tailandeses tienen beneración absoluta al rey, que es una figura no sólo política sino también religiosa. El rey es una figura divina (por debajo del Buda) pero en un sentido distinto al se entendería desde una religión como la católica pues en ese sentido el budismo carece de dioses. Hay fotos del rey por toda la ciudad y decir cosas feas del rey además de que está muy mal visto está penado de forma sería (a los del jueves les habría caido un puro mucho más gordo por aquí)

Tras unas semanas con la gente taiwanesa había olvidado la alerta que uno ha de mantener al ir a un sitio turístico. Rápidamente los tuctuqueros se encargan de recordarmelo. Un tuctuquero es aquél que conduce un tuc tuc y un tuc tuc es una especie de triciclo con motor con sitio para llevar gente, a ser posible turistas y a ser posible a un sitio donde sacar comisión. En cuanto salimos del templo la gente nos ofrece todo tipo de quincalla, souvenirs, taxi, tuc tuc...

Comemos por Kaoshan y despues de ello pretendemos hacer una ruta la ciudad. Para ello haremos el paseo en tuc tuc que resulta ideal para moverse entre sitios, ya que no es caro y el conductor espera a que visites el sitio al que te lleve para conducirte al siguiente punto. El precio está fijado de antemano tras un duro regateo, pues el tuctuquero intenta primero cobrar el triple de lo que cobra habitualmente y el objetivo es llegar a que sólo sea el doble. El recorrido que queremos hacer debería costarnos unos 50 baths. Un tuctuquero nos ofrece el recorrido por 5 baths por barba. No creo que se haya asustado ante las dotes negociadoras que mis rasgos puedan denotar (y no dudo del material genético conociendo a mis ancestros). Habrá gato encerrado, y efectivamente lo hay. El clásico de vamos a una tienda que bla, bla hace su aparición. Al menos el tio es sincero y nos pide que simplemente paremos un minuto diciendonos que le pagan si entra alguien: una tienda de trajes y dos agencias de viajes por el camino interrumpen nuestra visita (en una de ellas contratamos una excursión a Kanchanaburi que queríamos hacer por sólo 200 baths más del precio que nuestro mismo hostal la ofrece...). Paradas incluidas, el recorrido en tuctuc y las visitas componen una tarde de los más divertido.

Por la noche vamos al mercado nocturno de Patpong, el corazón del barrio rojo de Bangkok. Multitud de puestos con imitaciones de todo tipo, comida y gente ofreciendo ping-pong shows. El título completo es sexy pussy (coño para los que no saben inglés) ping-pong show así que eso nos da una pista de por donde van los tiros. Sin precio de entrada, una cerveza cuesta 100 baths, así que finalmente nos decidimos a ver un ping-pong show...pardillos.

LAS SIGUIENTES LÍNEAS PUEDEN HERIR LA SENSIBILIDAD DE GENTE DELICADA, SE RUEGA A ESTÁ GENTE Y A MENORES DE 18 AÑOS FINALICEN LA LECTURA DEL POST EN ESTE PUNTO.

Entramos en lo que parece un bar de striptease, nos acomodamos y nos traen nuestras consumiciones. Sobre una pista de baile tres mujeres medio desnudas se mueven sin gana ni ritmo. A menos que alguna de ellas sufra la misma extraña mutación que Benjamin Button, no nos cabe ninguna duda de que el "espectáculo" no incluye a menores. Dos chicas se acercan, les decimos que no queremos nada y dejan sus copas sobre nuestra mesa. Retiramos las bebidas para evitar "malentendidos" y le insistimos a la camarera para que se la lleve. A regañadientes nos hace caso, esto huele mal.

El show no tiene el más mínimo rasgo de erotismo ni sensualidad y lo único que incluye de sexual es que intervienen los genitales de las artistas: una mujer que lo utiliza para escribir "welcome" con un pincel, otra que se introduce un hilo del que cuelgan cuchillas de afeitar, una mujer que utiliza los musculos del interior de su vagina para como catapulta para lanzar pequeños platanitos al público a más de 7 metros ( incluyendo algun disparo hacia atras en una posición que recuerda a uno de los hermanos Derrick haciendo la catapulta infernal) y mi favorita una tía que descorchaba botellas de cerveza con el coño. ¡Que práctico! pienso. En Alemania aprendí a abrir una botella de cerveza con otra, así que me abstengo de pedirle matrimonio.

El bizarro espectáculo se completa a nuestra derecha con parte del público: una pareja de mediana edad con sus dos hijos (la chica no llega a los 20 y el chico no llega a los 15) y comentan la jugada. Mi creencia de que los nórdicos están muy avanzados en educación sexual queda confirmada.

De un trago terminamos la consumición y pedimos la cuenta. La simpática cajera nos presenta una cuenta superior a lo que deberíamos pagar. Le digo que le debemos 400 baths y empieza a levantar el tono y a amenazar con llamar a la mafia de Bangkok. Por 200 baths la mafia no se va a molestar en venir, pienso, hasta que me doy cuenta de que nos pide 6600 baths (unos 130 euros) y no 660 como leí en primera instancia. Crecido por la primera negativa le indico que se ha equivocado pues debemos 400 y que no teníamos pensado invitar a toda la gente que viniera a tomar algo. La mujer rebaja su pretensión a 1200 baths, sacando una lista de precios de debajo de la mesa. Le digo que 400 que es lo que le debemos y lo que le pagaremos. Finalmente me dice que le pague eso. Le doy el dinero cuando salimos por la puerta (si alguno se acojona y paga eso que se llevan). No ha pasado nada porque estabamos encima justo del mercado donde hay policía (saberlo me permitía no acojonarme ante la situación) y sobretodo mucha gente y futuros clientes.

A ver si hacemos más caso a mamá y no hablamos con extraños.





1 comentario:

  1. Bueno, acabo de terminar. Un curso de valoración de estructuras financieras complejas en lenguaje Adep da para leer tu blog completo de inicio a fin y muuuucho más.

    Me gusta leerte. Ya que nos vemos poco, así no te pierdo la pista y además reconozco al Sebas de siempre: pierdo el metro el primer día, la tarjeta que utilizo pa comprar el avión no funciona, me como lo que me pongan por delante... Por favor, no lleves tú mismo ningún medio de transporte, que a saber qué te hacen los chinos en el hospital.

    Veo que aprovechas el tiempo. Sigue pasándotelo genial.

    Besos

    Por cierto, en otra vida molaría ser tú :)

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